Se prometió que ya no escribiría versos tristes,
pero el cielo nublado y las heridas abiertas,
se los arrancan cuando no está
mirando.
La brisa del mar atraviesa sus poros y se condensa en
lágrimas de monotonía.
Inventándose, lo que le hace falta; por falta de
inspiración,
revuelta con melancolía y algo mejor que hacer.
Se queja de llevar una vida, a ratos sin sentido y
predestinada cada lunes.
Lleva cicatrices de guerra en el alma, emociones en la
piel y su suéter preferido.
Sus gafas de sol, se nublan con la vista de lo que no
alcanzan a distinguir y se empañan con lo
que miran.
Sueña despierta, vive dormida;
las luces apagadas
esconden sus ganas de abrir los ojos,
mientras la luna atraviesa los límites,
que tiene por cielo…
Después de largo rato de autoconciencia, le esperaba
un día que se sentía como ayer
y ayer fue un día cualquiera…
caminando por ahí,
respirando la ciudad
y viviendo de mentiras que quería creerse…
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