martes, 30 de abril de 2013

Poder olvidar


Nadie nos enseña a cogerle cariño a los demás. Tampoco a quererles.
No existe ningún manual, que explique como sentirte especial porque le importas a determinada persona. Ni nada que explique como establecer un vínculo tan fuerte, que llegues a pensar que jamás se romperá. No nos preparan para esa sensación continúa de felicidad provocada por un suma y sigue de detalles interminables. 
Igual, que nadie nos enseña a sentirnos solos. A asimilar el vacío cuando esa persona se aleja de ti. Nadie nos dice como sobrevivir cuando pasas de ser una prioridad, a ser una opción de por si acaso. O ni si quiera eso. No nos dan lecciones de como reaccionar ante esa indiferencia. 
Sin embargo, a lo primero nos adaptamos con toda la facilidad del mundo. Es como si fuese un acto reflejo. Algo innato. Pero a lo segundo... Da igual que pasen los días, las semanas o los meses. Si a esa persona le habías cogido tanto cariño, nunca acabarás de acostumbrarte a que todo cambie. Sientes dolor y a la vez nostalgia. Es todo un caos en plena combustión constante...
Lo peor de todo, es cuando la confusión comienza a jugar. A ser parte de la historia. Es entonces, cuando el miedo capta todo el protagonismo posible y arrasa con todo. Le da igual destruir lazos inseparables, complicidad, secretos, desahogos.
Rompe con todo. Se lleva sueños e ilusiones de calle, sin importarle nada ni nadie.
Llega un momento, en el que llegas a plantearte, que puede que tu papel haya sido el de ser la parte fuerte. La parte que estuviese siempre al pie del cañón. Que no decayese nunca. Y que, en el momento que dejaste de serlo, al decidir que luchasen por ti, cometiste el mayor de los fallos. Esperabas que lo hiciesen, que tirasen de ti y nadie lo hizo porque habías decaído. Piensas en levantar la cabeza y dar un paso. Pero entonces recuerdas, que la otra parte optó por agarrarse a la duda. Que ni si quiera tuvo valor de arriesgar y prefirió dar la vuelta. Y se te quitan las ganas de no dar ningún paso. Lo único que quieres es dejarlo estar y poder olvidar... porque ni ahora, ni nunca, estarás preparada para seguir siendo nada. 


Darlo todo

Conoces. Aprecias. Sientes. Quieres. Crees. Pones la mano en el fuego. Corazón y cabeza van a contratiempo. Por caminos separados. Marcan compases diferentes. No importa. Haces y rehaces.
Te desvives. Una y otra vez. Conviertes lo imposible en realidad. Te vuelves capaz de crear de la nada.
Da igual al nivel que estés. Te levantas. Siempre. Para proteger. Cuidar. Sacas lo mejor y lo peor de ti. Pero vuelves a reaccionar. Vuelves, pase lo que pase. Te dejas el alma en las palabras y los sentimientos en los hechos. El bienestar contigo misma es indescriptible... Hasta que te das cuenta de que ha sido tiempo perdido. Que no has sido nada. Entonces, miras atrás. Caminos repletos de todos y cada uno de los pedazos en los que te rompes. Imágenes y recuerdos que pasan por tu cabeza. A una velocidad vertiginosa. Miedo y dolor se dibujan en tu rostro y te vuelves de hielo. Pero sigues viendo aunque te pongas una venda. Te vuelves a preguntar. A buscar. A Pensar...



domingo, 21 de abril de 2013

RECUERDOS


Aquella tarde la joven lloró, había partido de su casa dejando todo a sus espaldas.
Quizás volvería o quizás no, ¿cómo se pueden saber las riendas que tomará el destino? Lloraba, mientras recordaba todo lo que había dejado atrás, hermanos,amigos,su familia... aquellos amigos que le prestaron sus hombros para llorar o sus risas para divertirse,pensar...pensar y pensar, ¡maldito pensamiento! hay momentos en que desearía poder descansar de mi misma.
Pero en ese momento se dio cuenta que no todo era triste, aquellos momentos de felicidad que había tenido, la gran amistad que le habían profesado aquellas personas cercanas y que lo más seguro le siguieran profesando aún a la distancia y aquellas sonrisas que revelaban miles de cosas,nueva vida, nuevos proyectos 
Y es que de eso se compone la vida, de aquellos pequeños momentos que se conservan en la memoria.
La joven seguía triste, seguía llorando, pero aun así sonrió mientras veía a través de la ventana del ferrocarril; atesorando de esa manera aquellos paisajes y aquellos cálidos recuerdos.