·
Creo, y he decidido que lo mejor de todo será dejar paso al tiempo y dejar
de mover más hilos.
Tiempo para él. Para mi.
Para que se dé a sí mismo la oportunidad
de comprobar si me echa o no de menos.
Yo ese tiempo no lo necesito, ya sé la
respuesta. Claro que le echo de menos, pero llevo haciéndolo mucho
tiempo, es como si ya se hubiese convertido en parte de la rutina.
Tiempo para que comprenda, que todo puede
mirarse desde otro punto de vista, que todo tiene otra cara.
¿Qué ganaría yo haciéndole daño?
Nada, aparte de hacérmelo a mí misma.
¿Conseguiríamos algo si ahora yo voy tras
él una vez más? No. Simplemente seguiríamos sumergidos en el mismo abismo. Y sé
de lo que hablo. Es a mí, a la que le consume por dentro que no saque lo mejor
de sí mismo.
Si viviese en la ignorancia de no conocer
su mejor cara, me tomaría esto como agua pasada. Pero no es el caso. No me
sirve la expresión "por suerte o por desgracia" porque por suerte al
100%, sé que al fondo de toda esa maraña de alambres, ramas y demás elementos
que le hacen tomar un aspecto de especie de guerrero maléfico e infranqueable,
se esconde la sensibilidad hecha persona y sé que lo tiene ahí escondido bajo
capas y capas de dolor, de heridas sin cicatrizar, a las que ha dado una
importancia y un valor que jamás debieron alcanzar, me puede la rabia al verle
hacerse pequeño una vez más.
¿En qué momento ha dado por hecho que la
fuerte siempre tengo que ser yo? Yo también le necesito a él, pero al de
verdad, no al que se esconde detrás de miedos y barreras.
En su día, ya le levanté, y le recogí
cuando no era ni su sombra, y nunca le he dejado solo, pero en algún momento,
tiene que descubrir que es capaz de levantarse por si mismo, sin que nadie le
diga o deje de decir, y si lo hacen, que no le importe, porque se sentirá
orgulloso de luchar por sus valores.
Se lo debe a él mismo, a mi, no tiene que
demostrarme nada, me conformo con que deje de intentar convencerse de que así
está bien, porque a mi hace ya mucho tiempo que no puede engañarme.
Yo lo único que quiero es que vuelva a ser
él. No es necesario que se pase las 24h del día buscándome como hacía antes,
pero si necesito que me devuelva ese colchón, esa base, esa seguridad que me
hacía saber que no me equivocaba. Saber que no le hago daño, que todo esto le
alivia... Que no vaya dejando señales por ahí a ver si alguien las atrapa... Mi
hombro sigue estando ahí por si sus lágrimas lo necesitan, pero yo también
necesito sus abrazos.
Tiempo, para que en algunos de esos
momentos en los que esté sin hacer nada, deje de exigirse a si mismo y se pare
a pensar...
Esto no es una despedida, ni es el final
de nada, ni tan si quiera es una guerra abierta, nunca lo ha sido.